Hace una semana se fue a un mejor lugar, dejó de sufrir esa enfermedad que la estaba consumiendo de a poquito los últimos cuatro meses, dejó de desesperarse por ya no poder ser lo que fue, como fue.
Y sí, sé que está ahora en paz, pero ya no está aquí, ya no la escucharé reir, llorar, sufrir, reñirme o jugar; ya no la escucharé haciendo cariños a mi wawa ni volveré a comer la comidita que siempre hacía para mí, o “para las chicas”, ni volveremos a reunirnos a cenar con ella en familia en fechas importantes.
Sé también que aunque ya no está, sigue aquí recordada, querida.
Te extraño mangre…